LOS NUMEROS DEL FLACO

Como en la zamba, su sombra vino delante. Enorme, densa, redondeada, dibujaba su portentosa figura contra el suelo, avanzando hacia las sillas, la mesa y finalmente fue a apoyarse suavemente, casi sin moverlos, sobre los papeles que el Flaco tenía desparramados.

Resopló, para intercambiar el aire hirviente de su cuerpo por otro aún más caliente de la confitería y al final, con el último halito lanzó un agudo; “Aca está” y apoyó la OLIVETTI sobre la mesa sin preocuparse por incrustar algunos números sobre esas hojas garabateadas ni por borrar con las resecas patitas de goma de la calculadora a manivela, algunas palabras que, para él, Norbi, no significaban nada.

Otra vez se tenía que encontrar con un Flaco absorto en sus cosas. Acudir con algo raro para satisfacer sus “locuras”, sus “inspiraciones”, como le gustaba llamar el Flaco a sus pensamientos.

Detrás de Norbi, Roberto apareció con su bandeja plateada brillante sosteniendo un café chico. Roberto era nuevo y rápido. “Donde lo pongo” dijo balanceándose con su mano libre enchufada en el bolsillito del chaleco, con tono impaciente y la sonrisa tramposa, de quien siempre cree estar un paso delante de las circunstancias.

Sin mirar a nadie, el Flaco arrugó unas hojas para hacer un pequeño espacio, le señaló con el dedo medio el lugar despejado de ecuaciones donde debía posarse el pocillo y miró la Olivetti con ojos saltones. “Ahora sí”.

Norbi se apoyó suavemente sobre la nueva silla de aluminio que habían incorporado al bar. Cada vez que se sentaba en ese mobiliario plateado, sentía una inacabable sensación de inestabilidad. Como un terremoto en cámara lenta, hasta que al fin se detenía. Hasta ahora siempre un segundo antes de la catástrofe.

Revolvió el café sin azúcar, mirando alternadamente la espumita que se arremolinaba y al Flaco que acomodaba la calculadora ligeramente a su derecha. De repente, como si fuera un pianista, el Flaco sacudió con elegancia una secuencia de números en la botonera blanca y palanqueó con la manija. Otra secuencia y chrac, otro palanqueo. Mueve una perilla y otro palanqueo, chrac. Tira del papel escupido por la mollera de la Olivetti, lo corta y lo revisa. Sus labios se mueven en silencio, sonríe y mirando a Norbi le lanza “Anda bien, ¿pero no tenías una cinta más nueva?”. La cucharita que seguía dando vueltas entre los dedos de Norbi se congeló vertical y sin respirar, desde su profundo volumen, sacó un voz finita; “Flaco, me fui al altillo con 200 grados, revolví entre los baúles y los estantes hasta encontrar esta antigüedad que estuvo allí guardada por mi abuela, la bajé con sus 5 kilos de peso la limpié de 70 años de polvo y caminé 10 cuadras con la Olivetti bajo el brazo con un sol que secaba las lagartijas, no pidas más nada que te la parto en la cabeza”.

“¡Ahí tenés!. Que buen ejemplo” respondió el Flaco con entusiasmo, inmune a los dichos de Norbi. “Acabás de explicar con números una serie de situaciones que, exageradas o no, afirman lo que querés decir. 200 grados, 10 cuadras, 5 kilos sirven para entender la idea. Ahora fíjate esto.”

Norbi sorbió el café despacito, no por caliente, sino por no hacer ruido, mientras pensaba: “Acá vamos”.

El Flaco revolvió los papeles y sacó uno con un 15 mil bien grande. “Mirá, acá está, de donde sale este número, es un delirio, te tiran uno enorme para después decirte que la inflación fue menor gracias a ellos. Pero mirá la serie de los últimos años, incluso con Mauricio siempre fue menor.”

“Y este otro”, siguió el Flaco sin descanso, “70 mil despidos en el Estado dijo el Presidente ante el mundo, ¿lo escuchará el mundo, quién sabe?, después aclaran que era una manera de decir, que en realidad solo iban a echar a 50 mil. Si SOLO 50 mil”.

“Y esto no termina aquí”, dijo revolviendo más papeles, “a los jubilados que les iban a aumentar con la nueva fórmula, resulta que tampoco era cierto este número, les quitan cerca del 30% por que, en la cuenta, ‘a ver, digamos’, se olvidaron de incorporar la inflación de diciembre y enero, además de compensar solo “parcialmente” la de febrero, entonces me dije que estos tipos tienen un problema con la tecnología, porque no puede ser que les fallen tanto los números, debe ser un virus, o un hacker, los trols, capaz que alguno le mueve las fichas. Entonces me acordé de tu calculadora manual. Esta no falla jamás, me decía mi viejo en el escritorio contable del viejo Rajnoi en la ferretería. Seguro que le encuentro la falla”

Lo que si no tiene fallas es lo de los 30 mil, eso sí lo hicieron de puro turros.

Norbi miró la milésima transformación del Flaco, y comprendió que ya estaba ido cuando sus dedos golpeaban las teclas al ritmo de la marcha de Malvinas y mandaba el manijazo después de “no las hemos de olvidar” chrac, las Malvinas Chrac, argentinas chrac.

“Pagá el café Flaco” le dijo al irse. Su sombra, detrás, soltó las hojas y se deslizó hasta el piso sin rayarlo.

UNA GUERRA ¿QUÉ GUERRA?

(A la luz de sus declaraciones en un tremendo debate que no fue dimensionado convenientemente por medios nacionales que, en el fondo, reivindican a las relaciones de poder que surgieron del Proceso de Reorganización Nacional genocida)

Desde mediados del siglo pasado hasta los años ’90, Occidente vivió un ambiente de inestabilidad socio-política en el complejo mundo de la Guerra Fría. Los teóricos definen a este escenario como el de un Conflicto de Baja Intensidad en el marco de una Estrategia de Aproximación Indirecta.

Los movimientos revolucionarios se sucedían uno tras otro.

En África los pueblos iniciaban procesos de liberación de las potencias colonizadoras europeas. Otro tanto sucedía en el Sudeste asiático, con Vietnam y Camboya como paradigmas de organización, resistencia, liberación y terror, ante enemigos de centurias.

El Sud de Asia y bastante antes, la India realiza de la mano de Gandhi, algo que simbolizó todo lo contrario, una revolución que enfrentó y venció al dominador con una rueca y firmeza.

En América, las revoluciones que habían jalonado y marcado la conformación nacional de los diferentes estados surgidos de la división británica del Imperio Español, estaban muy presentes y fueron referencia obligada de movimientos insurreccionales en cada país. (Martí, Güemes, Bolivar, etc.)

Europa no fue ajena a esta tendencia. Los movimientos separatistas de España (ETA) o Gran Bretaña (IRA), así como las expresiones revolucionarias alemanas, francesas e italianas entre otras, se expresaron con violencia en algunos casos inusitada.

Salvo en la mente de personas desestabilizadas, la violencia nunca es la primera opción. La violencia armada lo es aún menos. Sin embargo, la cantidad de conflictos y revoluciones de este apretado período pareciera indicar lo contrario. Podríamos discutir las condiciones políticas, económicas y sociales que dieron lugar a esta sincronía revolucionaria, pero esto nos sacaría del tema.

Una sola cosa; reducirla al Conflicto Este-Oeste solo sirve a fines ideológicos muy específicos y no describe realmente la situación, donde este Conflicto es solo un factor más.

Volviendo a la declaración anterior, la violencia nunca es la primera opción, entonces ¿por qué se desarrolla y crece hasta niveles desastrosos? Podríamos pensar que la violencia armada es el resultado de la impotencia. No siempre.

Organizacionoes revolucionarias europeas

El tema es que al analizar un conflicto se deben incluir los recursos empleados en dicha contienda. Una parte esencial de estos recursos es el marco jurídico en el que se desarrolla.

El caso de los alemanes, los franceses y los italianos nos deja algunas enseñanzas. El nivel de violencia de estas organizaciones revolucionarias o terroristas fue enorme. La Rote Armee Fraktion o RAF (Fracción del Ejército Rojo), alemana, Action Directe, francesa, pero sobre todo el caso italiano donde las comunistas Brigate Rosse (Brigadas Rojas) convivían de manera beligerante con los neofascistas Ordine Nuovo (Nuevo Orden) y Vanguardia National. Con ellas actuaban todas las agencias de inteligencia y de financiamiento que pudieron existir, como para agravar el contexto.

En 1977, Alemania vive lo que se llamó el Otoño alemán, que entre julio y octubre sufre el secuestro de un industrial, el desvío de un avión comercial a África y la eliminación de los secuestradores del avión en Somalía y varias operaciones más. El grupo francés Action Directe es responsable de una cincuentena de atentados con bombas y ametralladoras. Brigadas Rojas de Italia secuestraron al ex Primer Ministro Aldo Moro y lo asesinaron el 9 de mayo de 1978. A Vanguardia National se le ha atribuido el atentado de la Estación de trenes de Bologna, donde murieron 85 personas y centenares de heridos.

A esto hay que agregar que el terreno de operaciones era Europa, es decir, el espacio en disputa directa entre bloques. El desafío geopolítico allí fue mucho más importante.

Sin embargo, las reacciones de los estados, o mejor dicho las estrategias, fueron mucho más coherentes que las sudamericanas y por lo dicho, no porque en sudamérica la situación fuera más conflictiva.

Los europeos optaron por no interrumpir el Régimen Republicano de Gobierno respetando a las autoridades elegidas constitucionalmente. Perseguir con la Ley en la mano a los subversivos y se los encarceló, o se pretendió encarcelar ya que los operativos no siempre eran pacíficos.  Bajo ningún caso se procedió a desaparecer personas. Nunca se recurrió a tortura. Los alemanes llegaron a edificar cárceles especiales para aislar a los terroristas.

En definitiva, los Gobiernos procedieron defendiendo el Estado de Derecho que fundamenta ese propio Estado. No soy ingenuo, no eran “carmelitas descalzas”, nada fue tan “prístino”.

Cuando el candidato a presidente de la Argentina, Javier Milei nos dice que en la Argentina de los ’70 se vivió una guerra muestra otra faceta de su ideología. No hubo tal guerra. Hubo subversivos que pudieron haber sido detenidos y juzgados por los actos detestables que hubieran realizado, en el marco del Estado de Derecho, como si se hizo en Europa.

Cuando nos dice que hubo una guerra nos retrotrae a discusiones que solo reivindican aquellos que, imitando lo peor del imperialismo francés en Argelia, norteamericano en Viet Nam, belga en el Congo o español en la América colonial, recurrieron a la tortura y mil perversidades más para imponer su dominación económica mediante la desaparición cultural y física del adversario. Milei deja entrever que los excesos que él menciona son porpios de una guerra, tratando a estas prácticas con cierta indulgencia. Relativizándolas.

El discurso de Javier Milei nos lleva al fondo del Infierno de Dante. Sin escalas al Séptimo círculo, el de la Violencia, de allí al Octavo círculo, el del Fraude (eso es él) y, por último, porque la caída que nos propone es una caída libre, al Noveno círculo, el de la Traición.

Con el argumento de las castas, Javier Milei y Victoria Villaruel nos ofrecen revivir el camino más oscuro de nuestra historia. Por eso instalan cierto relato perverso que pretende transmutar lo sucio en limpio, lo corrupto en noble, lo detestable en aceptable. Y no lo hacen solos, los acompañan los que escondidos todos estos años, entre los recovecos de los beneficios obtenidos en los años de plomo, fueron protejidos por una parte de la justicia que acompañó entonces.

Por eso es que la discusión no es sobre dolarización, escuelas vouchers o ministerios. La discusión es sobre un desarrollo armónico y pacífico del pueblo. La discusión es sobre dominación por el terror para, una vez más, enriquecerse a costa del pueblo.

EL CÓMO, LA FORMA Y EL CONTENIDO DE UNA CONDENA

Si fuéramos superfluos, debería alcanzar con ver las fotos de los candidatos a Presidente.

Si esto fuera solo una cuestión de aspecto, los candidatos del individualismo supremo carecen del mínimo necesario. Locos o borrachos abstenerse, debería decir la Constitución Nacional. No pedimos bonito o feo, alguien normal por favor.

Pero digamos que no somos tan superfluos, que el aspecto no es lo importante y nos ponemos a escuchar cómo presentan sus propuestas y bueno, allí tampoco tengo una referencia que me represente convenientemente. Arrastrando las palabras cuando se sale de una reunión o gesticulando agresivamente ante el interlocutor, dejan mucho que desear. Recuerdo que hubo un funcionario de Macri que firmó un acuerdo por Malvinas con los británicos BORRACHO. (Carlos Foradori, Vice canciller, 2016) ¿vamos a repetir?

Toca preguntarse el qué y allí caemos en lo mismo.

Contenidos totalmente inconsistentes y contradictorios pueblan sus plataformas. Claro, ya tuvimos a uno cuyas palabras fueron desmentidas por la Primera Ministra británica (mentía) o que negoció limones contra la guerra a Corea del Norte (desubicado) o que festejó un acuerdo con la Unión Europea que nunca existió (farsante). Presentarse prolijo y sin olor a alcohol no debe alcanzar.

Pero si vamos a los contenidos propiamente dichos, eso que dicen que van a hacer, (Hablo en plural porque en realidad dicen lo mismo con diferente tono) ambos sostienen el ajuste como modelo operativo. Seré más claro, ajuste a los pobres en todas sus formas. Es decir que su clave es reducir la “masa salarial”. Reducir tu sueldo o el de algún familiar tuyo que trabaja en el estado. Aclaro que puede ser Nacional, Provincial o Municipal, todo vale para hacerle caso al FMI. También las jubilaciones, dicho sea de paso. Ya lo hicieron antes, ¿recuerdan?

En esto coinciden los reyes del individualismo. Hay que reducir los gastos en salud, educación, obras públicas, investigación, desarrollo social. Los discapacitados pueden esperar, los enfermos pueden pedirle a los familiares que se hagan cargo de su cáncer o de la diabetes. No son fantasías mías, ya lo hicieron y prometen hacerlo más rápido.

Presentan propuestas milagrosas como espejitos de colores para estos ignorantes de las américas. Es decir, nosotros.

Vienen a entregar los recursos naturales sin contraparte para el pueblo. Algo que hoy sucede, pero versión acelerada.

Te voy a dar dólares, afirman, sin decirte nunca cuántos, pequeño detalle. Ni en Panamá ni en Ecuador parece funcionar. En Argentina la convertibilidad dejó un tendal.

Se quedarán con el fondo de los jubilados (FGS), que se jodan por viejos.

Palabras vacías, fracasadas en todo el mundo, para comprar tu voluntad enojada. La bronca enceguece, como a esos conductores que, chocados, se bajan a darse trompadas con el aire. Y mientras tanto, sus autos se prenden fuego.

Sin embargo, yo entiendo al votante. 8 años de caída en sus condiciones sociales, de inflación creciente y de un horizonte sombrío nos permite a todos y todas estar más que enojados. Pero al menos consideremos que no podemos estar tan embroncados que nos tiremos delante del tren de la historia, condenando a nuestro hijos y nietos a la miseria.

Porque en el fondo, esas palabras vacías del individualismo meritocrático tienen un solo destino, enviarnos a la mierda.

EN LA TIERRA DE LOS SAPOS, EL ROCOCO ES REY

La política es tierra de sapos. Esto es un hecho. Lo queramos o no, cada tanto, y últimamente muy seguido, nos sirven un plato muy engalanado, con música empalagosa, banderas flameando al viento, pantallas gigantes emitiendo proclamas impactantes, familias filmadas agradeciendo lo que hicieron o lo que dicen que van a hacer.

La gente se amontona más o menos, se aprietan unos con otros en un acto de camaradería y se prepara a “morfarse” el sapo. Así nomás, “de parado”, inmediatamente. Sin edulcorante. Resignadamente.

Se ensayan todo tipo de explicaciones. Que hay que enfrentarse a los malos que son los peores que puedan existir. Que es el elegido por él o ella. Que es el rechazado por él o ella. Es la solución racional. Es lo que necesitamos para cambiar o para continuar. Es la mirada nueva. Es el genuino. Representa la tradición o lo novedoso.

Cada mesa de café trata de vestir sus sapos con las mejores prendas. Los peinan distintos o los despeinan, según convenga para el circo propuesto. Los empapelan con antecedentes excelentes. Los perfuman con flores de un futuro rosa o verde esperanza. Les modulan la voz como a los Tres Tenores, les entrenan los gestos y los adelgazan.

Pero en las casas la situación es menos “careta”. La familia los conoce. Desde hace tiempo que los junan y saben que son sapos y allí nadie los viste de nada. De entrecasa la cosa se pone brava, porque un sapo es un sapo y ¿cómo se hace para comerse un sapo? Y allí aparecen las razones, no tanto las emociones, aunque también. Nos miramos desconsolados. Se hace un silencio que se corta en el aire.

La primera es casi la mejor, la relativista. “Son solo las PASO, después vemos”. ¿Después vemos que? No son las doce de la noche al revés, donde el sapo se vuelve príncipe y el zapallo carroza. «Con este vamos a poder influir un poco más» nos decimos. «Esta va a ser un poco más firme», se dicen en otra sobremesa. Pamplinas.

La explicación siguiente es la más frecuente, la resultadista, “Hay que ganar cueste lo que cueste”. ¿Cueste lo que cueste? Bueno, cada uno tiene sus explicaciones más o menos laberínticas para justificar esta afirmación bilardista.

Pero en muchas casas se está dando la tercer alternativa, la resignada. “E’ lo que hay”. Esta no necesita explicación y no se la pide, porque se auto define. Es una definición “autoperforante” como esos tornillos raros. Es una explicación imparable.

Ahora bien, si en el nivel nacional la pelea es por los sapos, tenemos que reconocer que a nivel de la Provincia de Salta las especies locales tienen las de ganar. Acá no nos estamos comiendo sapos. Acá son Rococos. 

¿Y qué quieren que les diga, buen provecho? ¡¡¡Naaaa!!!

Hasta la próxima.